La toxina botulínica tiene una serie de indicaciones además de las estéticas con efectos quizás poco conocidos pero muy efectivos, que en ocasiones pueden mejorar la vida de nuestros pacientes de forma significativa.

El tratamiento de las contracturas musculares es un tratamiento clásico de la toxina, y  la vejiga neurógena uno de los últimos que se practican con éxito.

Entre los que practicamos en las clínicas de estética y nuestros pacientes nos reconocen que experimentan un aumento de la calidad de vida, están la hiperhidrosis o sudoración excesiva y el bruxismo.

Tanto en verano como en invierno, los pacientes que padecen de hiperhidrosis ven permanentemente como la ropa en la zona axilar, de camisas o chaquetas, están manchadas de sudor, lo que limita la seguridad de las personas en su puesto de trabajo o en sus relaciones sociales. Igualmente aquellas manos húmedas durante el saludo provocan el complejo de muchas personas que padecen este trastorno, igual que la sudoración excesiva de pies que no se puede llegar a controlar con productos cosméticos.

La hiperhidrosis puede ser primaria o secundaria a otros síndromes o enfermedades orgánicas. La incidencia de la hiperhidrosis primaria es aproximadamente del 1% del total de la población, i de las personas que tienen este problema el 30% padecen hiperhidrosis axilar.

El problema de la hiperhidrosis primaria suele ser la estimulación excesiva de las glándulas sudoríparas ecrinas,  que tienen una inervación simpática colinérgica, por lo tanto responden perfectamente al tratamiento con toxina botulínica. Recordemos que la toxina botulínica tipo A es una neurotoxina que tiene la acción  en la unión neuromuscular , de manera selectiva en las terminaciones nerviosas motores colinérgicas periféricas.

Los efectos de la toxina son dosis dependientes, y empiezan a manifestarse a las 48 horas de la inyección, teniendo el máximo efecto habitualmente entre los 5 y 10 días después. En el caso de la hiperhidrosis esperamos a hacer el control 1 mes después, pues puede ir aumentando el efecto hasta entonces.

Hemos de puntualizar que para tratar la hiperhidrosis axilar necesitaremos 50U de Botox para cada axila para que sea efectiva.

Una de las técnicas utilizadas en la zona axilar consiste en inyectar 5U por punto de forma subcutánea, realizando un punto cada 2 centímetros en la zona de la axila con más glándulas sudoríparas. Otra técnica utilizada es inyectar en cuatro puntos de un trapecio imaginable que formaría  la zona pilosa de la axila. Dentro del trapecio marcamos cuatro puntos equidistantes de los ángulos y entre ellos, y inyectamos 20U de manera subcutánea en cada punto del eje horizontal, que son los que contienen más glándulas sudoríparas, y 5 U en los puntos verticales. Como la toxina tiene un radio de acción dependiente de la dosis inyectada de 1.5 a 3 cm, prácticamente nos cubrirá toda la zona que tenemos que tratar.

La dilución de la toxina se puede realizar en 1cc , 1.5 o en 2 cc de suero fisiológico, dependiendo de la destreza del profesional, pero para la hiperhidrosis axilar, la dilución en 1.2-1.5 cc nos será más cómodo para poder tratar toda la zona.

La duración esperada del tratamiento después de la primera sesión es de seis meses. Después de la segunda sesión la duración normalmente se prolonga entre ocho y nueve meses, y después de la tercera sesión, la duración del tratamiento puede llegar hasta los 12 o 14 meses.

Los resultados  son muy satisfactorios en general. En ningún caso se produce sequedad en la piel de la axila, y en el 95% de los pacientes se consigue una reducción de entre un 70 y un 80% del total de la sudoración axilar que se tenía antes del tratamiento, con una gran satisfacción de los pacientes para tratar un trastorno que hasta entonces les provocaba un importante problema de relación laboral o social.